Día
de la vida, día de la muerte. Días que no deberían ser ni días,
pues serían días de normalidad. Días como hoy. Conmemorar nunca
fue positivo si lo que se recuerda es algo tan negativo como la
muerte. Sin embargo, hay veces que es necesario acercar la realidad
de manera explícita a la gente. Lo que se reivindica hoy no es
novedad, ni lo ha sido nunca. El papel de la mujer desde tiempos
ancestrales se ha minusvalorado, no se ha tomado en cuenta y mucho
menos se le ha dejado reivindicar lo que piensa. La historia nos ha
ocultado tras la figura dominante, que decidía el destino femenino.
Lo que se piensa hoy es que cada vez hay más mujeres muertas por
violencia de género, sin embargo esas muertas las ha habido siempre.
La diferencia entre antes y ahora es que a día de hoy los medios dan
cobertura a la noticia y antes la cobertura la daba simplemente la
caja de pino. Es aberrante que la situación sea absolutamente la
misma.
Desde
el gobierno se creyó que modificando el neutro del castellano, que
engloba tanto al masculino como al femenino y no es más que una
influencia lingüística del latín, las cosas cambiarían. O que se
exija un tanto por ciento de mujeres en tales o cuales grupos
directivos. Ni una ni otra medida han logrado nada, absolutamente
nada que beneficie a la mujer, su situación y dignidad. En el primer
caso se paga con la lengua un error humano. En el segundo, ahora si
hay mujeres en los círculos directivos empresariales, pero están no
por su cualificación profesional sino por mero trámite
institucional. Por lo tanto, son poco más que pretextos que se
utilizan para cubrir una ley absurda que no evoluciona la situación
laboral femenina sino al contrario, la sume en un papel de “relleno”
empresarial. Estas no son las soluciones. Esta no es la realidad.
La
solución posiblemente más efectiva es la educación. La educación
desde que se nace hasta que se muere, esa siempre será la solución
a lo humano. Educación en la igualdad, sin embargo no es casualidad
que esta sea siempre la opción que se deje al margen en primer
lugar.
Los
seminarios que hoy 25 de noviembre, Día de la Violencia de Género
no deben de promover el feminismo. Lejos de eso deberían hablar de
la igualdad en el más amplio sentido de la definición. Proporción
entre ambas partes (RAE). Me resulta estridente asistir cada año a
conferencias en las que se sienta un grupo de mujeres, generalmente,
y desde el primer momento que hablan, solo acusan y responsabilizan a
los hombres del yugo al que nos han sometido. No digo que ellos no
hayan tenido la gran parte de la culpa dentro del conflicto, pero con
las recriminaciones no se consigue nada. Además, se tiende a
generalizar sobre la posición masculina y obviamente no son todos
iguales. Opino que deberían centrar el discurso en la educación,
base de todo, que es capaz de corregir estas desigualdades entre las
próximas generaciones de adultos. También es necesario emprender
una campaña de conciencia sobre las mueres de edad madura
pertenecientes a una formación más restringida y educadas con
fuertes valores éticos. Pues creo que son ellas las que más sufren
los abusos de sus cónyuges, y a las que les cuesta más decidir
sobre su futuro – y muchas veces el de sus hijos – , son al fin y
al cabo las más propensas a acabar de una forma trágica. En cuanto
a los niños desde pequeños se les debería reforzar la idea de que
al mínimo abuso que presencien en casa de carácter fuerte o
violento contra ellos o alguno de sus padres, lo comuniquen a sus
profesores, por ejemplo. Esto ayudaría a detectar los casos en los
que el miedo de la madre la lleven al bloqueo, a no actuar, al fin y
al cabo a perpetuar la tortura.
No
quiero parecer arrogante, pero opino que se hace muy poco a nivel
estatal por las mujeres. Y desde mi punto de vista de mujer crítica:
no defiendo extremas posiciones feministas, no es cuestión de acabar
con los hombres. Pero sí de acabar con los prejuicios, con la
muerte.
María
García
Libertad_gg
Joder, esta entrada me ha encantado María. No puedo estar más de acuerdo. Se confunde a la igualdad de sexo con el feminismo, no siempre, pero sí en muchos casos...y odio eso.
ResponderEliminarHablemos del idioma, por ejemplo.
Estoy más que harto, cansado, hasta los mismos, de ver: niñ@s/niñxs, en lugar de niños, y lo mismo con tod@s/todxs. Es que me revienta ver eso, pese a haberlo utilizados yo mismo en su momento (no ahora desde luego). Pero no puedo, odio ver como se destroza el lenguaje con esas tiritas.
- "¡Es que no entiendo por qué se tiene que pluralizar en masculino! ¡Estoy hasta el #### de ese machismo en las palabras!"
- No señorita, las palabras no son machistas/sexistas, lo son las personas que las usan e interpretan a su antojo. Y NO se pluraliza en masculino, se llama género neutro.
Ultimamente nos quejamos POR TODO, sin pensar bien las cosas del todo...y este es un claro ejemplo.
Respecto a lo demás, al igual que tú, deseando que se aplique una educación en materia de igualdad que acabe con la violencia de género de una vez por todas. Pero que se ataque al problema en la base, en la educación de las personas, y no imponiendo estúpidas normas y leyes que no sirven más que para poner a prueba el ingenio de los empresarios para saltárselas.
Para variar, te suelto otro quijotazo de comentario por aquí jajaja Un saludito =)
Hola Cabacho, tus quijotazos me encantan y lo sabes. Lo que más me motiva es ver las reacciones de las personas que leen lo que escribo. Las tuyas siempre son interesantes pues aportan más al tema. Me alegro de que estés de acuerdo pues muchos me tacharían hasta de fascista jeje. Tienes mucha razón en lo que dices, yo también siento odio al ver como se destroza una lengua ancestral y quedan impunes los hombres que son los que poseen los prejuicios. Es una total vergüenza, por eso mismo se debe denunciar.
ResponderEliminarUn abrazo y continúa dando tus opiniones, que sabes que siempre resultan interesantes. :)María.