sábado, 26 de noviembre de 2011

Difusa línea horizontal


A diario desde cualquier medio de comunicación podemos estar al tanto de las preocupaciones típicas de todo occidental. Sin embargo, no nos damos cuenta que el simple hecho (para nosotros) de acceder a ellas supone una suerte incalculable. Detalles. Eso es lo que son para nosotros las carencias del resto, de aquellos que no están tan lejos y que en su caso, no lo conciben como detalles sino como imposiciones.

A veces me pregunto ¿por qué?, ¿por qué no allí? El destino me regaló aun antes de nacer, el lugar donde lo haría. Pero, había tantas posibilidades de nacer en España, Rusia o Somalia... Como experiencia personal recuerdo la imagen de uno de mis profesores que, reflexionando como yo ahora, lloraba emocionado por vivir donde vive y lo que ha sido su vida gracias a esto. Me hizo pensar mucho. Si cada uno de los que tenemos para comer, poseemos una cama para dormir y habitamos en una casa sólida, reflexionáramos en ello de verdad quizás la conciencia social permitiera formas de presión más eficaces, más reales en definitiva. Si nos ponemos negativos, quizás ni de ese modo se acabaría con las desigualdades que acontecen en esta hipócrita esfera.

El hecho de llegar a casa, abrir un grifo y que no caiga ni gota, te deja perplejo durante unos segundos. El tiempo necesario para que te informen de que se ha producido un corte para arreglar algo o limpiar aljibes. Sin embargo, en Kenia no se trata del mismo caso. Si en vez de nacer en Ronda dentro de la provincia de Málaga, que a su vez está dentro del estado español y que este forma parte del conjunto europeo; si en vez de esto, yo fuera nacido en Kenia, posiblemente tendría que levantarme mucho más temprano de lo que lo hago ahora y caminar kilómetros para encontrar algo de agua contaminada. Claramente la perplejidad allí no es más que normalidad. ¡Lástima!: dicen las multinacionales. ¡Todos somos iguales!: dice Joseph Ratzinger. La crisis continúa avanzando: dicen los medios. Alguien se ha parado a pensar de qué crisis estamos hablando. ¿De la mundial? Si, esa. Será que a día de hoy hay gente que muere de hambre, enfermedades comunes o en el parto. Esa en la que aun existen guerras provocadas por las multinacionales que son encubiertas por enfrentamientos étnicos. ¿Hablamos del tercer mundo, del cuarto o el quinto? No, de eso no. Hablamos de la crisis occidental. Si, esa que nos está dejando sin casa, sin coches, sin trabajos, sin ocio... Poniendo los pies en la realidad de nuevo, ¿a caso no llevamos en crisis desde que aparecimos, ya fuese a cargo de Eva o quién fuese? En fin, se ve a diario como la historia ni se recuerda, ni se menciona, ni se aprende de ella.

Las soluciones no son explícitas y en ningún caso fáciles. Sin embargo, a lo que nos enfrentamos cuando miramos la larga línea de las desigualdades es que no tiene fin, su horizonte va más allá de ellas. Nunca fuimos capaces de sobreponer la humanidad al egoísmo, hemos sido siempre y seremos, como dice la sabiduría popular, un lobo hambriento que jamás dudará de devorar a otro de los suyos, pese a todo.

María García
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viernes, 25 de noviembre de 2011

Días que no deberían existir



Día de la vida, día de la muerte. Días que no deberían ser ni días, pues serían días de normalidad. Días como hoy. Conmemorar nunca fue positivo si lo que se recuerda es algo tan negativo como la muerte. Sin embargo, hay veces que es necesario acercar la realidad de manera explícita a la gente. Lo que se reivindica hoy no es novedad, ni lo ha sido nunca. El papel de la mujer desde tiempos ancestrales se ha minusvalorado, no se ha tomado en cuenta y mucho menos se le ha dejado reivindicar lo que piensa. La historia nos ha ocultado tras la figura dominante, que decidía el destino femenino. Lo que se piensa hoy es que cada vez hay más mujeres muertas por violencia de género, sin embargo esas muertas las ha habido siempre. La diferencia entre antes y ahora es que a día de hoy los medios dan cobertura a la noticia y antes la cobertura la daba simplemente la caja de pino. Es aberrante que la situación sea absolutamente la misma.

Desde el gobierno se creyó que modificando el neutro del castellano, que engloba tanto al masculino como al femenino y no es más que una influencia lingüística del latín, las cosas cambiarían. O que se exija un tanto por ciento de mujeres en tales o cuales grupos directivos. Ni una ni otra medida han logrado nada, absolutamente nada que beneficie a la mujer, su situación y dignidad. En el primer caso se paga con la lengua un error humano. En el segundo, ahora si hay mujeres en los círculos directivos empresariales, pero están no por su cualificación profesional sino por mero trámite institucional. Por lo tanto, son poco más que pretextos que se utilizan para cubrir una ley absurda que no evoluciona la situación laboral femenina sino al contrario, la sume en un papel de “relleno” empresarial. Estas no son las soluciones. Esta no es la realidad.

La solución posiblemente más efectiva es la educación. La educación desde que se nace hasta que se muere, esa siempre será la solución a lo humano. Educación en la igualdad, sin embargo no es casualidad que esta sea siempre la opción que se deje al margen en primer lugar.

Los seminarios que hoy 25 de noviembre, Día de la Violencia de Género no deben de promover el feminismo. Lejos de eso deberían hablar de la igualdad en el más amplio sentido de la definición. Proporción entre ambas partes (RAE). Me resulta estridente asistir cada año a conferencias en las que se sienta un grupo de mujeres, generalmente, y desde el primer momento que hablan, solo acusan y responsabilizan a los hombres del yugo al que nos han sometido. No digo que ellos no hayan tenido la gran parte de la culpa dentro del conflicto, pero con las recriminaciones no se consigue nada. Además, se tiende a generalizar sobre la posición masculina y obviamente no son todos iguales. Opino que deberían centrar el discurso en la educación, base de todo, que es capaz de corregir estas desigualdades entre las próximas generaciones de adultos. También es necesario emprender una campaña de conciencia sobre las mueres de edad madura pertenecientes a una formación más restringida y educadas con fuertes valores éticos. Pues creo que son ellas las que más sufren los abusos de sus cónyuges, y a las que les cuesta más decidir sobre su futuro – y muchas veces el de sus hijos – , son al fin y al cabo las más propensas a acabar de una forma trágica. En cuanto a los niños desde pequeños se les debería reforzar la idea de que al mínimo abuso que presencien en casa de carácter fuerte o violento contra ellos o alguno de sus padres, lo comuniquen a sus profesores, por ejemplo. Esto ayudaría a detectar los casos en los que el miedo de la madre la lleven al bloqueo, a no actuar, al fin y al cabo a perpetuar la tortura.

No quiero parecer arrogante, pero opino que se hace muy poco a nivel estatal por las mujeres. Y desde mi punto de vista de mujer crítica: no defiendo extremas posiciones feministas, no es cuestión de acabar con los hombres. Pero sí de acabar con los prejuicios, con la muerte.


María García

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jueves, 24 de noviembre de 2011

"La mayoría del mundo vive en una crisis permanente que consiste en saber si va a comer"


 


El pasado día 10 de noviembre, el Aula Magna de la Facultad de Ciencias de la Comunicación contó con la presencia de la corresponsal Rosa M.ª Calaf como periodista de honor. En la inauguración del seminario, “La mirada de las mujeres en la Sociedad de la Información: el tratamiento informativo de la violencia de género”, trataron estos temas desde diferentes posiciones. Al acto asistió un gran número de jóvenes periodistas.

La ponencia de la prestigiosa periodista Rosa M.ª Calaf fue sin duda el momento más emocionante de la tarde. La conferencia titulada “Las mujeres en el mundo: iguales en la desigualdad”, reunió las claves básicas para acabar con esta situación de desamparo femenino a nivel mundial. Tras un largo listado de premios y galardones se encuentra una corresponsal de las que recorren lugares primero en coche, luego a pie y acompañada de un buen cámara. Tras su experiencia por más de 170 países, acercó a los oyentes sus vivencias y la situación de desigualdad que viven las mujeres del mundo, concretamente en países emergentes de Asia como: China, India o Japón.
Destaca que en la evolución hacia el progreso, el sexo femenino continúa cargando con la vara de mando masculina mientras la férrea bota sigue aplastando cuellos. Nombró que en Japón hay una nueva tendencia de las mujeres que consiste en no casarse, como reivindicación para poder desarrollarse profesionalmente al mismo nivel que el hombre. Escabroso fue conocer que en Camboya es tradición la violación de niñas de cinco años, ya que creen que da buena suerte en la vida. Reivindicó el sacrificio de la activista camboyana Somaly Mam por su lucha en favor de los derechos humanos. “En Asia hoy en día faltan 90 millones de mujeres, que han sido asesinadas antes de nacer, simplemente porque no interesaba que nacieran”, afirma Calaf con gesto duro y claro. “Que un periodista no cuente todas las barbaries que pasan en esos países es como volver a agredirlas”, apunta que el profesional siempre debe ser la voz de los callados, de los reprimidos. “Los periodistas nos encontramos día a día contra los estereotipos y los silencios”. No hay que dejarse atrapar con pretextos como la religión o la cultura para justificar la pérdida de los derechos humanos. “El látigo contra las mujeres es el látigo contra los pueblos”, dijo utilizando la sabiduría popular, los pueblos sufren las consecuencias que generan las desigualdades y el sufrimiento del sexo femenino.
 
 
Los presentes tuvieron la suerte de poder realizar preguntas. Una de las preguntas que se formularon fue: ¿Ha pasado miedo alguna vez ejerciendo su profesión? Responde: “Miedo se pasa muchísimas veces, que el peligro está en el día a día”. Sin embargo afirma con claridad profesional: “Si te matan es un gaje del oficio, vas porque quieres y te marchas cuando quieres. Así que mérito ninguno”.
 
 
El camino de la mujer es mucho más pedregoso que el del hombre, eso es indudable. Sin embargo se producen cambios, aunque lentamente y con mucho esfuerzo; gracias a las aportaciones de personas como esta periodista que demuestra la posibilidad de crear un mundo un poco más justo e igualitario. Tomar su ejemplo no es más que reafirmar que la mujer es capaz de igualar e incluso superar al hombre. Siendo positivos, esperaremos que tarde o temprano deje de ser una utopía para ser una realidad.

María García
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martes, 15 de noviembre de 2011

¿Quién ha puesto esa mercancía a la venta?


A pesar de tanta apocalíptica noticia política-económica, ayer encontré en el periódico un caso que me sonaba de antiguo. Hay cosas que llaman la atención, tanto por su valor como por el riesgo que se corre con ellas. Todos sabemos que las drogas dan de comer a mucha gente y a la vez matan a otras tantas. No seré moralista ni diré si me parece bien o mal tal o cual postura. Mi intención es recordar hechos que pasaron hace algunos años y que posiblemente se hayan repetido hace unos días.

Si el Estado se encarga de pagar sueldos a los agentes de la U.D.Y.C.O. (Unidad Contra la Droga y el Crimen Organizado) es porque se espera que sean personas responsables, concienciadas y sobre todo profesionales. Sin embargo, sabemos que algunos dejan mucho que desear y además, del sueldazo que reciben cada mes sacan tajada de lo que incautan.

En 2008, sucedió en la Jefatura General de Sevilla un importante robo, concretamente 150 kg. de cocaína y heroína. Casualmente uno de los implicados en el robo era expolicía de esa unidad. Quién crea en las casualidades podría escusar el hecho, francamente yo no creo en ese tipo de coincidencias. El susodicho se benefició de la información laboral que poseía para sacar un buen pico, nunca mejor utilizado el término, de la droga que se requisa. La noticia tuvo tanta relevancia en Sevilla que un grupo de rock hasta ha dedicado una canción al tema, bajo el lema de "Son ellos, son ellos los camellos", reivindican la posición de favor de la propia policía. Son los mismos los que te requisan un litro en un parque, que los que ponen en el mercado negro enormes cantidades de droga. Da para pensar desde luego, cada uno que saque su propia reflexión; sé que entre los que lean esto habrá fieles defensores de los agentes de la ley y otros como yo que no se fían ni de su oscura sombra, y menos si hay perico de por medio.


Retomando lo que decía al principio, ayer leí en El País una noticia que informaba sobre un robo considerable de droga incautada, que estaba en el deposito judicial situado en el puerto de Málaga. Una puerta secundaria del almacén había sido forzada. Los Guardias Civiles que debían vigilar el depósito nadie sabe donde estaban o si decidieron jugar a "un, dos, tres pollito inglés" mientras los ladrones abrían y cargaban la furgoneta, que varias fuentes coinciden en haber visto. Las cámaras justamente no funcionaron. Demasiados aciertos para ser casuales, pienso yo. En fin, espero ver en algún medio la verdadera trama del asunto. Sinceramente, aun atreviéndome a una equivocación, la propia policía sacará del tema más provecho del que creemos.

María García
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domingo, 13 de noviembre de 2011

Palabras sobran



Como ensoñaciones hay veces que sin estar o ver un lugar sabemos que en él hay algo nuestro. Con un detalle o palabra asociamos cosas que jamás hemos visto y que cuando veamos sabremos que ya estaban presentes, que pertenecían a ese universo oculto que sin saber porque está ahí, aguardando. Siempre he creído que en cada uno de nosotros hay parte de mucha gente, que conocemos y que no. Pues la historia arrastra lugares, momentos y almas hacía otras y que en ellas se instala toda una mezcla que acaba aflorando cuando menos lo esperas.

Encontraré rincones oscuros, faroles lejanos, calles pausadas en el tiempo de antaño, silencios compartidos, recuerdos de ayer mutados en presentes de mañana. Encontraré todo lo que perdí y lo que he encontrado, mis ausencias, mis desvelos, mis odios y anhelos. Pero también mi verdadero fuego, la luz que ilumina constante, la esperanza.

Allí yacen los escombros de mis sueños; en el mismo lugar, una vela encendida marcará mi sendero, mi personal huida con una de las personas que más quiero.

A ti, que te dedico pocas cosas y escasas palabras de amor. A ti, aunque desconoces los misterios de mujeres como yo. A ti, que me regalas sueños.

María García
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miércoles, 9 de noviembre de 2011

Detrimento mental


Vivimos en el siglo XXI, época plagada de innovaciones, progreso, personas cualificadas, etc. Últimamente lo trasngresivo y las tecnologías están a la orden del día, porque nos hacen más libres y más abiertos al mundo y a sus características; sin embargo, existen temas que aun continuan vetándose. A pesar de los grandes esfuerzos que se llevan a cabo para combatirlos .

Hace unas semanas escuche por la radio el caso de una serie de problemas a los que una pareja ha tenido que hacer frente. Tras la decisión de contraer matrimonio, apalabraron con una bodega realizar en dicho establecimiento el convite nupcial.  De este modo, se llevaron a cabo los trámites pertinentes y se cerró el trato. La problemática empieza cuando los responsables del local se ponen de nuevo en contacto con la pareja para comunicarles que: la celebración de la comida de una boda entre homosexuales en el local, va contra la moral de uno de los principales dueños de la empresa. Por lo tanto, avisan de la cancelación de la misma. De este modo, por el único hecho de ser homosexuales se les negó el trato dejándolos sin local a tan solo 15 días del enlace.

Resulta increíble como se puede ser tan caradura de utilizar el derecho de admisión alegando cuestiones morales, cuando estas son consideradas contra los derechos humanos, puesto que se discrimina y rechaza a personas por su condición sexual.

Señor empresario, quería comentarle que los derechos al igual que los deberes no se permiten utilizar en favor propio y muchísimo menos como pretexto para justificar conductas homófobas.

Retomando lo que decía al principio, de cara a la galería todos somo personas de razonables y civilizadas, ciudadanos del mundo occidental y "desarrollado". ¡Ojo! Resalto "desarrollado" pues además de que nuestras economías lo estén, también nuestras mentes deben estarlo. Ya que como gente civilizada tenemos el deber de respetar y aceptar a cualquier ser humano, pero claro esto es tan solo en teoría. Respecto a la práctica cada maestrillo tiene su librillo. Está en nosotros, en todos, ir más allá de presumir de la época en la que vivimos llena de "facilidades y aceptación" si no demostrar con hechos algo tan básico como que absolutamente TODOS somos iguales, como se refleja en la teoría.

María García
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martes, 1 de noviembre de 2011


¿A quién no le han prometido una huida? ¿Quién no te pidió un rapto consentido? ¿Quién no traicionó promesas juradas? ¿Quién no ha llorado en silencio decepcionado? ¿Quién no ha pensado en esos mil atardeceres que no acaban en ti?

A veces sueño historias de Ismael Serrano escritas en un diario, en un recuerdo o en una lejana llamada.

A veces sueño por soñar que lo bello jamás perdurará eterno.

A veces sueño que soñando...

María García
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Pasear siempre es mejor si es de noche. El incipiente frío va llegando y cuando cae el sol ayuda a estar más cuerdo o simplemente más despejado. La noche siempre ha sido fiel amiga de los perdidos y los ocultos, de los que la transparencia del sol no les causa más que deslumbramientos en los ojos y en el alma. La oscuridad envuelve a todos, como un amigo te escucha y te conduce. La noche no es solo negra noche, la noche es silencio, es vacio, son farolas rotas, es húmedo asfalto y relente en la cara. La noche son gatos, que ocultan tras sus ojos la libertad indomada. La noche es mi cuna, la noche es mi cama, la noche es fiel compañera de nuestras almas indomadas. Mi noche, tu noche y la nada.

María García
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