martes, 13 de noviembre de 2012

Témpano en llamas





La desilusión cabalga a lomos de todas las personas que encontramos y demostraron no ser más que puntos en el vasto mapa de una vida. La familia aporta sonrisas y ánimos, insuficientes cuando la personalidad se afloja como las cuerdas de un colchón de guita, poco a poco. Las calles desiertas son putas sordas y mudas que nos hacen muecas de insatisfacción. El invierno se torna frío, lleno de ausencias, pronto los primeros haces de luz recuerdan que la primavera llega, pero las carencias persisten. Las rutinas se magnifican y las hojas del calendario se deslizan solas, caen como hojas marrones y mustias.

El destino marea el vaso con los dados de arriba abajo, de izquierda a derecha. Las vueltas con múltiples, los vacíos son planos e inertes como huecos en un puzle que nunca se termina de completar. Las risas entre amigos ayudan a olvidar. Algún que otro abrazo mitiga las preocupaciones. Y las calles tan llenas y tan vacías. El poder del silencio que apedrea las sienes de los débiles. Orgullosos de ser independientes y dueños de los actos propios. La misma casa, una única cama vacía. Ni los recuerdos de viejos amantes calientan unas sábanas como témpanos, ajadas de incertidumbres y desvelos.

El olor a tabaco, el carmín rojo en los labios. Las ganas perdidas, la ilusión puesta en un futuro tan lejano como el horizonte. Y una circunstancia, una jugada más dentro de la larga partida de la vida. Un violento alzamiento al corazón, un quieto: tus labios o tu vida. La bendita locura del azar te pone en medio todo lo que anhelas. Un sueño, una realidad, unos ojos, una voz. Y una respiración jadeante. Cosas que se sienten sin hablar. Hechos que pierden toda su frialdad. Palabras que trepan frías cordilleras para incendiar sus tierras, su piel. Besos determinantes, barullo de caricias, complicidad añorada. Deseos de partir de cero. 

Silencio sin más. Ausencia lógica de argumentación. Miedo a lo desconocido y a lo preciado. Alas que se alzan sin coherencia y el suelo que se aleja. Camas plenas de sentimientos. Egoísmo evaporado como agua al hervir. Sangre roja, muy roja, palpitante. Incertidumbres. La pasión agitada como un colibrí recién salido del psiquiátrico que necesita más y más. Las fuerzas se multiplican y la percepción de la realidad se disipa entre el humo de un cigarro negro y seco. La necesidad sensitiva al límite, emociones que fluyen al ritmo de un tango de Gardel. Amores únicos indescriptibles y certeros. Miradas asesinas, sedientas. 

María García
@Libertad_gg