martes, 15 de noviembre de 2011

¿Quién ha puesto esa mercancía a la venta?


A pesar de tanta apocalíptica noticia política-económica, ayer encontré en el periódico un caso que me sonaba de antiguo. Hay cosas que llaman la atención, tanto por su valor como por el riesgo que se corre con ellas. Todos sabemos que las drogas dan de comer a mucha gente y a la vez matan a otras tantas. No seré moralista ni diré si me parece bien o mal tal o cual postura. Mi intención es recordar hechos que pasaron hace algunos años y que posiblemente se hayan repetido hace unos días.

Si el Estado se encarga de pagar sueldos a los agentes de la U.D.Y.C.O. (Unidad Contra la Droga y el Crimen Organizado) es porque se espera que sean personas responsables, concienciadas y sobre todo profesionales. Sin embargo, sabemos que algunos dejan mucho que desear y además, del sueldazo que reciben cada mes sacan tajada de lo que incautan.

En 2008, sucedió en la Jefatura General de Sevilla un importante robo, concretamente 150 kg. de cocaína y heroína. Casualmente uno de los implicados en el robo era expolicía de esa unidad. Quién crea en las casualidades podría escusar el hecho, francamente yo no creo en ese tipo de coincidencias. El susodicho se benefició de la información laboral que poseía para sacar un buen pico, nunca mejor utilizado el término, de la droga que se requisa. La noticia tuvo tanta relevancia en Sevilla que un grupo de rock hasta ha dedicado una canción al tema, bajo el lema de "Son ellos, son ellos los camellos", reivindican la posición de favor de la propia policía. Son los mismos los que te requisan un litro en un parque, que los que ponen en el mercado negro enormes cantidades de droga. Da para pensar desde luego, cada uno que saque su propia reflexión; sé que entre los que lean esto habrá fieles defensores de los agentes de la ley y otros como yo que no se fían ni de su oscura sombra, y menos si hay perico de por medio.


Retomando lo que decía al principio, ayer leí en El País una noticia que informaba sobre un robo considerable de droga incautada, que estaba en el deposito judicial situado en el puerto de Málaga. Una puerta secundaria del almacén había sido forzada. Los Guardias Civiles que debían vigilar el depósito nadie sabe donde estaban o si decidieron jugar a "un, dos, tres pollito inglés" mientras los ladrones abrían y cargaban la furgoneta, que varias fuentes coinciden en haber visto. Las cámaras justamente no funcionaron. Demasiados aciertos para ser casuales, pienso yo. En fin, espero ver en algún medio la verdadera trama del asunto. Sinceramente, aun atreviéndome a una equivocación, la propia policía sacará del tema más provecho del que creemos.

María García
Libertad_gg

1 comentario:

  1. Veamos, empecemos pues por el principio. Acerca del moralismo sobre las drogas y su uso, no hay mucho que decir salvo que no conocemos hasta ahora los efectos de la droga como tal en el ser humano, conocemos los de las sustancias adulteradas, que contienen, por ejemplo, en unos cuantos gramos de heroína se ha hallado tiza, disolventes, incluso detergente en pequeñas cantidades...
    Una vez sepamos cuáles son realmente, lo que implica la legalización, me temo, total y absoluta de la droga, opinaremos.

    Pasemos ahora a la sempiterna cuestión de "las desapariciones de ciertas cantidades incautadas": se trata de algo penosamente institucionalizado. Conocemos esos casos que citas, María, pero yo tengo para listar aproximadamente unos 4 o 5 más, con agentes de la Guardia Civil en pueblos de Zaragoza y otras zonas de Aragón, agentes cuyo nombre e identificación son ya conocidas, que habiendo parado coches llenitos de droga que iban a las fiestas de algún pueblo, les han dejado marchar a cambio de un acto benéfico, digamos, de "la voluntad". Es decir, tú incumples absolutamente la Ley, pero si me das parte del cargamento para mí y mis allegados, puedes seguir tu camino, no importa los muertos por sobredosis o las adicciones a las que vayas a contribuir.

    De esa manera, uno ya aprende que entre narcotraficantes, agentes corruptos y junkies, los menos peligrosos son éstos últimos, pues su papel de víctima en todo este barullo de podredumbre es más que claro.

    Gracias por seguir destapando estas vergüenzas de las cloacas de un Estado Español que si bien te mete en la cárcel por pedir el fin del despótico régimen monárquico que nos hace súbditos, por otro lado te deja pasar con un coche lleno de basura adulterada e ilegal si les cedes un poquito de ella.

    Con esto no digo que todos los que hacen cumplir la ley sean así, pero en el momento en el que hay aunque sea sólo uno, todo se tambalea. Se tambalea y empieza a apestar.

    Un beso de uno de tus lectores más convencidos.

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