Sobra espuma en las bañeras de las
putas. Faltan versos y poetas. Cae un hilo de agua tibia por su nuca que
aterriza en la cavidad curva de su culo. Su pelo alborotado está revuelto. No
queda perfume de hombre en su cuello, el jabón silencioso arrasa difundiendo
azahar en su piel. No son ojos sino espejos, reflejan la oscura profundidad de
un mundo vacío e insolidario. Derroche de sensualidad ahora nadie la observa,
sola como su alma, sola como la infinidad. Los despojos de otros son
arrastrados por el agua que eleva vapores blancos. Inmersa en desnudez, libre
de amarres, de intereses. Llena de vacío, sabe que nadie sembrará flores en su
vientre. La casualidad no le regalará a ningún Oliverio recitando a Benedetti.
Unos pies descalzos emprenden el
camino sobre lozas húmedas. La desnudez se enfrenta a un espejo certero, le
grita lo evidente. Pero, no refleja que es una puta. Material de alquiler con
precio fijado. No le recuerda que su absurda libertad depende de los maridos de
otras, de los amantes rechazados, de los muchachos olvidados. Se pregunta si
podría comprar versos en cualquier esquina. ¿A caso se venden las soledades que
ya no se necesitan? No existen los hombres grises que caen de los cielos para
escribir realidades en paredes. La cama de una puta oculta ausencias bajo sábanas
frías. El colchón no recibe los buenos días, solo un pasaba por aquí. El amor
pierde al sexo y este a su vez el alma, la insensatez. La puta sigue un
estricto código lleno de reglas, el putero las proclama o las acata como si
fuera juez o víctima. Se limitan los movimientos, la imaginación cae muerta
como una paloma herida. La lujuria es egoísta y patriarcal, tiene forma fálica.
Las putas son las madres de todos los
hombres. Las putas también leen libros. Lloran como beatas al leer que hay
amores eternos. Se estremecen cuando descubren que Florentino Ariza, tan dado a las putas, ama
sin remedio a Fermina Daza. Piensan que las páginas amarillentas ocultan el
amor real, que sacado a las calles moriría al contacto con el aire. Porque el
amor se encierra en las líneas eternas de los libros, dando igual el color,
tamaño o calidad de sus pastas. A veces querría vivir dentro de uno aunque no
se tratase el amor, tan solo para percibir la ruptura cronológica que en ellos
es posible. La vida es continua, por más que queramos ni durmiendo la detenemos
totalmente. Pero, en los libros siempre hay un espacio que logra quebrar el
tiempo para empezar uno nuevo en el futuro o en su contra revivir un momento
del pasado.
Las verdaderas putas controlan el
esperpento que les rodea, alejándose del mundo de los hipócritas para ser solo
ellas, putas que se alquilan. Para seguir soñando con alguien que les regale un
verso.
María García
@Libertad_gg
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