lunes, 24 de octubre de 2011

Tiempo, devuelveme el momento.



Bullicio, ruido, humo, vehículos, basura, desorden. Estas pueden ser algunas de las características que día a día nos acompañan en nuestras vidas. Estamos acotados por horarios establecidos, horas de salida y llegada, prisas, muchas prisas, en definitiva seguimos a pies juntillas simples números a los que le damos un significado que realmente no tienen pues no tienen porque ser más que símbolos. Ciudades aglomeradas de individuos, dónde la indiferencia es la madre de todas las cosas y la educación un bien perdido hace tiempo. Ni un saludo al cruzarte, ni una mirada de agrado, ni el más mínimo gesto de amabilidad. Indiferencia. Individualismo.

Paseas y respiras un humo espeso que a veces hasta se observa oscuro, empañado de los malos usos de los medios, de la falta de conciencia, de la ausencia de que el mundo no es nuestro sino de los que vendrán mañana. Paseas y faltan sobre todo árboles, fuentes dónde saciar la sed, bancos en los que descansar, y demasiadas cosas que antes era cotidianas y hoy ya casi ni existen. En el mundo de las grandes tecnologías y los conglomerados de medios de comunicación sobra la básico, lo humano.

Poder perderse en el campo es mucho más que un gusto sino una proeza. Encontrar tiempo para huir hacía la sencillez de las cosas, es difícil; sin embargo, llegar a la naturaleza más pura lo es aun más. Edificaciones sencillas sin estructuras rococós que ensucien la belleza del lugar. Interiores acogedores, una gran chimenea en la que encontrar el fuego, los matices, la seducción, el brillo. No hay más que destacar, todo lo prioritario en la ciudad pierde su sentido más crucial.

Señores, señoras, si quieren regresar a vuestros adentros a vuestra naturaleza más íntima y valiosa, prueben a olvidarse un poco de lo insustancial que nos rodea y alejense todo lo que puedan, huyan, escapen de la manada y adéntrense en bosque de árboles solitarios, sacúdanse las ortigas de los bajos y observen como el cielo refleja con más fuerza, el sol calienta con más brio y la brisa mece vuestras mentes lejos de vuestras Blackberrys.

* Fotografía de la naturaleza en "Las Veredas" (Huelva).

María García
Libertad_gg

2 comentarios:

  1. Me encanta, me ha evocado un paisaje frente a mis narices totalmente diferente del que ahora me toca vivir. Esto puede sonar contradictorio, puesto que soy de ciencias, y tecnológicas para más inri, pero ha llegado un momento en el que las tecnologías han dejado de servirnos, para ponernos a su servicio, atrapándonos en un mundo inhumano e irreal que nos evade de nuestra vida totalmente, y odio este momento. Muchas veces me he preguntado qué necesitaría para poder irme a vivir al campo, cultivando mi propia comida, y sin más contacto con la sociedad que el de recoger aglún libro nuevo (o antiguo) cuando yo quiera. Vivir en paz con la naturaleza, eso sería vida.

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  2. Tienes toda la razón, yo creo que es posible vivir así solo que se necesitaría replantearse la vida de una forma distinta, establecer prioridades y eliminar radicalmente todo lo que no sea esencial. Estoy segura de que muchas personas serían felices así, las depresiones disminuirían y las ciudades estarían menos congestionadas. Yo eligiría esa vida, espero lograrla con el tiempo.
    Saludos Cobacho, me alegra mucho ver tus comentarios. Gracias, como siempre compañero.
    María.

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